La biotecnología: el ‘Dragon Khan’ de los mercados

ARTÍCULOS – Publicado en El Economista (16/02/2022) por Armando Cuesta
Si ha habido una industria que ha sido determinante en el devenir de la pandemia ha sido la biotecnológica. Un sector de idiosincrasia propia, representado eminentemente por empresas americanas (cotizadas y privadas), pero desconocido por la mayoría hasta el estallido de la crisis. Y si bien ha sido el artífice de la creación de vacunas y medicamentos en tiempo récord, durante los últimos doce meses las empresas cotizadas del sector no han dejado de ver mermado su valor en bolsa.
El XBI, un índice del sector de empresas de pequeña y mediana capitalización y, por tanto, representativo del mismo, ha tenido una corrección de casi un 50% desde febrero del 2021, la mayor de la historia. Las razones son múltiples, e incluyen aspectos financieros, regulatorios y sectoriales que de forma conjunta han provocado la situación en la que nos encontramos.
Una de las consecuencias de la pandemia fue precisamente acercar el sector de la biotecnología al inversor no especializado. Éste, atraído por su rentabilidad histórica, la volatilidad, y la descorrelación que ofrecía frente a una economía en caída libre, facilitó una entrada ingente de liquidez en los mercados cotizados. Como consecuencia, el sector se fue a máximos históricos durante el año 2020 al tiempo que exhibía rasgos de cierta exuberancia irracional.
Ejemplo de ello fue el número récord de salidas a bolsa de estas empresas (238 OPV por valor de 36.000 millones de dólares), en muchas ocasiones a valoraciones estratosféricas y con un pipeline en el mejor de los casos en estadios embrionarios, y en el peor, de pobre calidad científica.
Conforme empezaron a aparecer los caballos ganadores por la búsqueda de las soluciones (Moderna, Novavax, BioNTech, etc.) y el inversor no especialista vislumbraba luz al final del túnel, el apetito se trasladaba a valores propios del conocido como reopening trade, es decir, empresas cíclicas apostando por la reactivación de la economía global.
Lo anterior, unido al giro en la política monetaria de la Fed con la reciente subida de tipos de interés -algo que penaliza especialmente a los sectores más tech y growth– continuó motivando la rotación de las carteras a valores más value.
A nivel regulatorio, los últimos doce meses tampoco han ayudado especialmente. Particularmente preocupante ha sido la falta de liderazgo hasta la fecha en la FDA [agencia del medicamento de EEUU], que aún cuenta con un comisario interino que ha demostrado ser más impredecible que sus antecesores. Ejemplo de ello fue la aprobación bajo criterios clínicamente cuestionables del medicamento de Biogen para el alzhéimer que tanta polémica ha suscitado. Tampoco han sido bien acogidos los esfuerzos legislativos hasta ahora infructuosos de la Administración Biden por regular los precios de ciertos medicamentos en EEUU.

El sector ha ofrecido históricamente un retorno anualizado del 13%, y aún tiene potencial

Si bien ambas cuestiones serán posiblemente de carácter coyuntural, no han dejado de generar incertidumbre en un mercado volátil, lo que en última instancia frena la actividad de M&A [fusiones y adquisiciones], uno de los catalizadores principales de esta industria.
A nivel sectorial el número de nuevas empresas ha continuado en crecimiento, lo que demuestra la gran cantidad de innovación existente. Pero al mismo se ha puesto de manifiesto una carencia importante de buenos equipos para liderarlas. Muchas de estas empresas han demostrado una pobre disciplina financiera, patente en los ritmos de quema de caja que se han demostrado ostensiblemente superiores a los de sus homólogos pasados, algo fundamental para estas compañias que habitualmente no tienen ingresos. Precisamente, los fondos de inversión especializados, en su mayoría americanos, conocedores de este desequilibrio entre oferta (innovación – patentes) y demanda (talento) han aprovechado la situación.
Cada vez son más los inversores institucionales expertos, incluidos aquellos que tradicionalmente sólo invertían en el sector cotizado, que están capitalizando esta oportunidad e invirtiendo exclusivamente en el sector privado, donde los retornos pueden ser superiores. Esto ha supuesto también una cierta salida de capital en el mercado cotizado.
El sector, que ha ofrecido retornos anualizados superiores al 13% desde su creación, tiene la necesidad continua de una inversión bien diversificada. El aumento de gasto en salud de una población cada vez más envejecida, acompañado de un deseo generalizado en la población por una mejor calidad de vida, seguirá necesitando un sustento que el mercado tiene la oportunidad de satisfacer.